Capítulo 4
¿Qué es sueño y qué realidad?
La escena continuaba su trayectoria. Los supuestos elfos
caminaban ágiles, casi dando saltitos, buscando huellas en el suelo. Uno de
ellos, que en vez de espada, tenía un bastón, colocó su mano sobre el tronco de
uno de los árboles que estaban a su lado, y comenzó a murmurar al árbol algo
que no pude entender. El elfo dejó de hablar, y rápidamente dirigió su cabeza
directamente hacia mí, justo en el tronco en el que estaba oculto. Así, que
volví a esconderme bien. Apreté los dientes con todas mis fuerzas de la tensión
que tenía y agarrando un matojo de hierbas que había a mi lado, desee volver a
casa.
Todo estaba oscuro. Ni una triste luz. Jack se disponía a
abrir los ojos, pero algo se lo impedía. Le pesaban muchísimo los párpados, haciéndole
incapaz de poder ver. Se oían gritos de asombro y los llantos de alguna chica.
Con un esfuerzo enorme, pudo abrir los ojos, y para su sorpresa, estaba en
clase. Su mejor amigo, Viktor, le sujetaba la mano, sonriéndole con los ojos
llorosos mientras su profesor de filosofía, Mr. Nelson, le sujetaba los pies en
el aire. Jack notaba un dolor de cabeza muy fuerte. Sentía algo frío en su mano
libre: un poco de hierba. Se encontraba bastante desconcertado. Lo primero que
se le ocurrió fue mirar el reloj: las 13:35. Tan sólo habían pasado 5 minutos
desde que el reloj le atrapó en ese mundo.
La sirena de una ambulancia se oía a lo lejos. Mr. Nelson,
mantenía los pies de Jack en alto para que la sangre le circulara mejor, pues
se había desmayado. Viktor le preguntó que cómo se encontraba, pero no podía
hablar, solo podía asentir. La rareza del suceso le hacía que no pudiese
articular ni una sola palabra. Los médicos irrumpieron en el aula cuando la
ambulancia llegó al instituto y, cogiéndolo en una camilla, lo llevaron al
hospital.
Una vez allí, su madre estaba allí esperándole, sollozando.
No pudo ni saludarla, porque los médicos le metieron rápidamente en un box para
realizarle algunas pruebas. Jack se había lesionado la cabeza del golpe que se
había dado contra el suelo, pero según dijeron los médicos, tan solo era
superficial y que el cerebro no había sufrido ningún daño. Según el doctor les
explicó a Jack y su madre, se había desmayado debido a una falta de sueño
prolongada, que en un chaval de su edad, era muy grave. A esto, había que
sumarle que se había mojado durante algún tiempo, debilitando sus defensas.
Cuando el doctor dijo esto, a Jack se le vino a la mente
todo lo ocurrido. El lago, la bestia, los elfos… No entendía que estaba
ocurriendo. Solo se podía imaginar una leve situación: Cuando estaba dormido,
todo cambiaba. Pero, ¿Cuándo es un sueño? ¿Y si el sueño es real? ¿Cómo se
podían mezclar los sueños con el mundo real? La vara de avellano, el agua en la
cama, la hierba ahora… ¿Qué es sueño y qué realidad? –se preguntaba.
Sin saber por qué, le vino a la cabeza, el recuerdo de su
padre. Era un hombre alto, fuerte y un espíritu aventurero, el cual, Jack había
heredado. Tal espíritu era el que tenía su padre, que le llevó a la locura, y
desapareció hacía ya tres años, en una de sus expediciones por Nepal, en el
Himalaya, y al cabo de un año y medio, le dieron por muerto. No sabía por qué
le venía una imagen de su padre, pero le reconfortaba poder verle. Se sentía
muy bien.
A pesar de que su madre le trató con mucho cariño en la
ausencia de su padre, el que más le había marcado fue su amigo Viktor. Viktor
era delgado y alto. Vestía siempre muy bien y con ropa de marca. Esa persona,
le había demostrado a Jack más incluso que la mujer que le dio la vida, que la
pobre, en cuanto desapareció su padre, entró en una depresión de la que acababa
de salir hace poco, por lo que Jack se encontraba muy solo. Cuando por fin
llegó a casa, Viktor se sentó con él y hablaron de lo sucedido esa noche y esa
misma mañana.
Viktor le creyó sin rechistar. Le dio un abrazo y se marchó
a su casa. Durante esa noche, Jack no pudo dormir nada, con el miedo de volver
a aparecer en el bosque. El reloj seguía marcando la hora, por lo que Jack se
iba tranquilizando, mientras intentaba encajar todas las piezas del puzzle,
pero era totalmente inútil. No se le ocurría nada que pudiese explicar su
situación actual. Los elfos, la bestia… todo se le sucedía en imágenes como si
de un vídeo se tratara. Todo parecía producto de su imaginación. “¿Me habré
vuelto loco?”-se decía.
El dichoso y maldito lunes, llegó a su fin. El resto de la
semana, Jack pudo dormir sin problemas, sin que apareciese de repente en un
bosque. “Entonces, eran productos de mi imaginación”-pensaba Jack. Los días
siguieron su curso, y hasta el jueves Jack no volvió a ir a clase. Pero el viernes,
no se le ocurría otra cosa que salir de fiesta. Quería desahogarse totalmente
de todo lo que le había sucedido. A pesar de las advertencias de Viktor, salió.
Incluso hasta, siendo menor, tomó un par de copas de alcohol para desinhibirse
un rato. Como uno más, Jack salía a la pista a bailar. Estaba con Viktor
hablando en la pista, cuando los colores de la bola de la discoteca, se
volvieron demasiado coloridos.
Y, como si de agua se tratase, el mundo entero se disolvió.
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