miércoles, 11 de marzo de 2015

Capítulo 4



Capítulo 4

¿Qué es sueño y qué realidad?

La escena continuaba su trayectoria. Los supuestos elfos caminaban ágiles, casi dando saltitos, buscando huellas en el suelo. Uno de ellos, que en vez de espada, tenía un bastón, colocó su mano sobre el tronco de uno de los árboles que estaban a su lado, y comenzó a murmurar al árbol algo que no pude entender. El elfo dejó de hablar, y rápidamente dirigió su cabeza directamente hacia mí, justo en el tronco en el que estaba oculto. Así, que volví a esconderme bien. Apreté los dientes con todas mis fuerzas de la tensión que tenía y agarrando un matojo de hierbas que había a mi lado, desee volver a casa.


Todo estaba oscuro. Ni una triste luz. Jack se disponía a abrir los ojos, pero algo se lo impedía. Le pesaban muchísimo los párpados, haciéndole incapaz de poder ver. Se oían gritos de asombro y los llantos de alguna chica. Con un esfuerzo enorme, pudo abrir los ojos, y para su sorpresa, estaba en clase. Su mejor amigo, Viktor, le sujetaba la mano, sonriéndole con los ojos llorosos mientras su profesor de filosofía, Mr. Nelson, le sujetaba los pies en el aire. Jack notaba un dolor de cabeza muy fuerte. Sentía algo frío en su mano libre: un poco de hierba. Se encontraba bastante desconcertado. Lo primero que se le ocurrió fue mirar el reloj: las 13:35. Tan sólo habían pasado 5 minutos desde que el reloj le atrapó en ese mundo.

La sirena de una ambulancia se oía a lo lejos. Mr. Nelson, mantenía los pies de Jack en alto para que la sangre le circulara mejor, pues se había desmayado. Viktor le preguntó que cómo se encontraba, pero no podía hablar, solo podía asentir. La rareza del suceso le hacía que no pudiese articular ni una sola palabra. Los médicos irrumpieron en el aula cuando la ambulancia llegó al instituto y, cogiéndolo en una camilla, lo llevaron al hospital.

Una vez allí, su madre estaba allí esperándole, sollozando. No pudo ni saludarla, porque los médicos le metieron rápidamente en un box para realizarle algunas pruebas. Jack se había lesionado la cabeza del golpe que se había dado contra el suelo, pero según dijeron los médicos, tan solo era superficial y que el cerebro no había sufrido ningún daño. Según el doctor les explicó a Jack y su madre, se había desmayado debido a una falta de sueño prolongada, que en un chaval de su edad, era muy grave. A esto, había que sumarle que se había mojado durante algún tiempo, debilitando sus defensas.
Cuando el doctor dijo esto, a Jack se le vino a la mente todo lo ocurrido. El lago, la bestia, los elfos… No entendía que estaba ocurriendo. Solo se podía imaginar una leve situación: Cuando estaba dormido, todo cambiaba. Pero, ¿Cuándo es un sueño? ¿Y si el sueño es real? ¿Cómo se podían mezclar los sueños con el mundo real? La vara de avellano, el agua en la cama, la hierba ahora… ¿Qué es sueño y qué realidad? –se preguntaba.

Sin saber por qué, le vino a la cabeza, el recuerdo de su padre. Era un hombre alto, fuerte y un espíritu aventurero, el cual, Jack había heredado. Tal espíritu era el que tenía su padre, que le llevó a la locura, y desapareció hacía ya tres años, en una de sus expediciones por Nepal, en el Himalaya, y al cabo de un año y medio, le dieron por muerto. No sabía por qué le venía una imagen de su padre, pero le reconfortaba poder verle. Se sentía muy bien. 

A pesar de que su madre le trató con mucho cariño en la ausencia de su padre, el que más le había marcado fue su amigo Viktor. Viktor era delgado y alto. Vestía siempre muy bien y con ropa de marca. Esa persona, le había demostrado a Jack más incluso que la mujer que le dio la vida, que la pobre, en cuanto desapareció su padre, entró en una depresión de la que acababa de salir hace poco, por lo que Jack se encontraba muy solo. Cuando por fin llegó a casa, Viktor se sentó con él y hablaron de lo sucedido esa noche y esa misma mañana.

Viktor le creyó sin rechistar. Le dio un abrazo y se marchó a su casa. Durante esa noche, Jack no pudo dormir nada, con el miedo de volver a aparecer en el bosque. El reloj seguía marcando la hora, por lo que Jack se iba tranquilizando, mientras intentaba encajar todas las piezas del puzzle, pero era totalmente inútil. No se le ocurría nada que pudiese explicar su situación actual. Los elfos, la bestia… todo se le sucedía en imágenes como si de un vídeo se tratara. Todo parecía producto de su imaginación. “¿Me habré vuelto loco?”-se decía.

El dichoso y maldito lunes, llegó a su fin. El resto de la semana, Jack pudo dormir sin problemas, sin que apareciese de repente en un bosque. “Entonces, eran productos de mi imaginación”-pensaba Jack. Los días siguieron su curso, y hasta el jueves Jack no volvió a ir a clase. Pero el viernes, no se le ocurría otra cosa que salir de fiesta. Quería desahogarse totalmente de todo lo que le había sucedido. A pesar de las advertencias de Viktor, salió. Incluso hasta, siendo menor, tomó un par de copas de alcohol para desinhibirse un rato. Como uno más, Jack salía a la pista a bailar. Estaba con Viktor hablando en la pista, cuando los colores de la bola de la discoteca, se volvieron demasiado coloridos. 


Y, como si de agua se tratase, el mundo entero se disolvió.

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